*Narra Guillermo*
Entonces Samuel comenzó a bajar su boca mientras me besaba todo el cuerpo y prosiguió cogiendo y lamiendo lo todo a mí me encantaba de hecho no quería que parase nunca.
Estaba claro que Samuel era el hombre de mi vida por cómo me hacía sentir por cómo me hacía gozar, todo en él era perfecto, estaba claro que la perfección existía o al menos para mí sí, jamás había conocido a un hombre tan maravilloso de hecho me aterraba pensar que jamás había sentido un sentimiento tan fuerte por nadie y que al más mínimo error podía perderlo.
Tenía miedo de encontrarme otro impedimento más en nuestra relación como tantos habían sucedido ya, no sé porque estaba pensando en esto de hecho supuestamente sólo debía dejarme llevar y sentir el placer que Samuel causaba en mí.
De vez en cuando se me escapa una sonrisilla debido a la felicidad que sentía sólo al pensar que cada mañana al girar mi cabeza y abrir los ojos encontraría a Samuel hacía que todas las tristezas desaparece de mi mente y mi vida parecía un cuento de hadas, de hecho, me atrevería a decir que los príncipes azules tal vez no existen, pero los morados está claro que sí.
Yo ya tenía el mío, y no iba a dejar que saliese de mi vida nunca jamás.
Ahora no solo teníamos sexo, era algo más, haciamos el amor.
Continuara...
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